15 enero, 2015

Una visión crítica sobre las ciudades inteligentes: ¿Acabarán por destruir la democracia?

No todas son visiones optimistas sobre las smart cities. Sorprende que un diario de la reputación de The Guardian llegue a plantear una visión tan critica. En todo caso su visión puede incentivar un debate interesante y necesario.

  


El concepto de ciudad inteligente y su evolución en los últimos años


El concepto de ciudad inteligente (smart city) se remonta a la invención de los semáforos automatizados, que instalaron por primera vez en Houston, Texas, en 1922. Según Leo Hollis, autor del libro Cities Are Good For You, un logro positivo de la idea de ciudad inteligente en la actualidad son los paneles indicadores que proporcionan información sobre los medios de transporte en las ciudades. Sin embargo, en los últimos diez años, gracias al aumento de la conectividad a Internet en todas partes y de la miniaturización de la electrónica para dar lugar a dispositivos tan comunes hoy en día como las etiquetas RFID, el concepto parece haberse transformado en una nueva visión en la que la ciudad pasa a ser "un gran robot eficiente".

Una mujer conduce hasta una estación de trenes y al llegar, se baja del coche y se sube directamente a un tren, mientras su coche eléctrico se aparca y se pone a cargar por sí solo... Un hombre tiene un ataque al corazón en la calle y los servicios de emergencias envían un avión no tripulado equipado con un desfibrilador que llegará unos minutos cruciales antes que la ambulancia...

Estas visiones urbanas utópicas han ayudado a promocionar la idea de "ciudad inteligente" en los últimos años. El sueño de una vida mejor obtenido por medio de los datos. Incluso se puede hacer un máster en Ciudades Inteligentes en el University College de Londres.

Una ciudad de sensores


Esta nueva idea de ciudad inteligente se basa en una banda ancha inalámbrica que llega a todas partes y la incorporación de sensores computarizados en el tejido urbano, de modo que los carriles para bicis, las farolas, los circuitos cerrados de televisión y los semáforos, junto con electrodomésticos inteligentes, como los frigoríficos con conexión a Internet y los sistemas de calefacción con control remoto, pasan a formar parte de la llamada "Internet de las cosas" (un mercado global estimado en 1,7 billones de dólares).

El problema, según Adam Greenfield, de LSE Cities, radica precisamente en esta nueva visión, que según su libro Against the Smart City publicado en 2013, “no ha sido elaborada por un partido, grupo o individuo reconocido por sus contribuciones a la teoría o la práctica de la planificación urbana", sino por gigantes de la tecnología como IBM, Cisco y Software AG, con la esperanza de beneficiarse de importantes contratos municipales.

Las ciudades inteligentes de Asia (Corea, China, la India...)


Ya hay nuevas ciudades, como Songdo, en Corea del Sur, que se han construido en su totalidad siguiendo este modelo. Sus edificios disponen de control de clima automático y acceso computarizado; sus calles y sus sistemas de agua, residuos y electricidad están llenos de sensores electrónicos que permiten al cerebro de la ciudad monitorizar los movimientos de sus residentes y responder a ellos.

Fuente: songdo.com


Y en la India, el primer ministro Narendra Modi ha prometido construir nada menos que 100 ciudades inteligentes, en parte, como respuesta a la inclusión, por parte de China, de las ciudades inteligentes como elemento central de su gran plan urbanístico.

Pero paralelamente, surgen críticas acerca de lo que podría suponer esta visión de ciudad inteligente para el ciudadano de a pie: ¿Cuál será su papel? ¿Será el de un peón que aporta voluntaria y desinteresadamente información a una base de datos urbanos rentabilizada por empresas privadas? ¿Se le verá como un píxel que se desplaza lentamente de su casa al trabajo y a las tiendas y de vuelta a su casa otra vez en una pantalla de gráficos 3D a todo color? 

A corto plazo, al menos, los lugares con una verdadera creatividad de ciudad inteligente siguen siendo las metrópolis ya consolidadas del planeta, como Londres, Nueva York, Barcelona y San Francisco.

La Cumbre de las ciudades del futuro (Future Cities Summit) referida por The Guardian


Precisamente el tema central de la cumbre sobre ciudades del futuro “Future Cities Summit”, celebrada recientemente en Londres fueron los desafíos a los que deberán hacer frente los tecnólogos que pretenden instalar redes de última generación y gadgets en estas calles centenarias.


Fuente: re-work.co

El evento se estructuró como una serie de charlas TED, con presentaciones de 15 minutos destinadas a inversores sobre diversos temas, desde "cartografía emocional" a edificios de inspiración biológica. Los oradores mostraron su entusiasmo por la aplicación de transporte Citymapper y por la ciudad de Zurich, que describieron como futurista y, a la vez, extraordinariamente civilizada. También se habló de la "gran oportunidad" de ampliar los presupuestos municipales para financiar "soluciones" tecnológicas.

No obstante, sorprendentemente, muchos de los oradores se encargaron de denigrar la propia idea de ciudad inteligente, describiéndola como un término de moda desfasado que había dejado de ser útil. Su mayor crítico, Usman Haque, de la consultoría urbana Umbrellium, señaló que mientras las empresas de tecnología pujan por contratos relacionados con la ciudad inteligente, el verdadero objetivo de su publicidad es evidente: "En realidad va dirigida a los administradores de la ciudad, que podrán decir: 'No fui yo quien tomó la decisión, sino los datos'".

Por supuesto, estos oradores que rechazaban la idea corporativa de ciudad inteligente presentaron sus propias iniciativas tecnológicas para volver la ciudad más inteligente. Por ejemplo, el proyecto de Haque, Thingful, consiste en un motor de búsqueda para la Internet de las cosas. Con él, un ciudadano que pretende desplazarse en bicicleta por la ciudad podría mirar, por la mañana, un tablero personalizado de datos locales para comprobar los niveles de contaminación local y el tráfico, y averiguar si hay bicicletas en el puesto de alquiler de bicicletas más cercano.

"La ciudad inteligente es una idea equivocada presentada del modo equivocado a la gente equivocada" 


Otros, como Dan Hill, de Future Cities Catapult, creen que "la ciudad inteligente es una idea equivocada presentada del modo equivocado a la gente equivocada" y que “nunca ha respondido a la pregunta: de qué manera tangible y material afectará al modo en el que las personas viven, trabajan y se divierten". Hill está involucrado en la actual iniciativa de ciudad inteligente de Manchester y entre su obra destaca Cities Unlocked, una innovadora interfaz inteligente de audio que ayuda a las personas con discapacidad visual a desplazarse por las calles de la ciudad.

El mensaje final de la conferencia pareció ser que, en lo que respecta a las ciudades inteligentes, serán aceptables siempre que sigan "un enfoque de abajo a arriba o dirigido por los ciudadanos". Sin embargo, es evidente que las cosas que permiten este enfoque -una amplia red de sensores que equivalen a millones de oídos, ojos y narices electrónicos- también facilitan que la ciudad del futuro se convierta en un amplio campo de vigilancia perfecta y permanente para aquellos que tienen acceso a los flujos de datos.

La ciudad inteligente ¿podría convertirse en un Gran Hermano?





Basta con mirar el centro neurálgico de alta tecnología que IBM construyó en Río de Janeiro para ver que esta visión al estilo de la obra 1984 de Orwell ya es una realidad alarmante. Está lleno de pantallas, como un centro de control de misiones de la NASA. Lo que comenzó como una herramienta para predecir la lluvia y gestionar una respuesta a las inundaciones se ha transformado en un panel de control de alta precisión para toda la ciudad que, según el alcalde de Río, Eduardo Paes: “Permite tener a gente vigilando cada rincón de la ciudad, las 24 horas del día, siete días por semana".

Un modo menos intrusivo de hacer que una ciudad sea más inteligente podría consistir en proporcionar a los que gobiernan una forma de poner en práctica sus decisiones utilizando la realidad virtual antes de ponerlas en práctica en seres humanos. Esta es la idea que propone la empresa de simulación de ciudades Simudyne, cuyos proyectos incluyen detallados modelos computerizados para planificar la respuesta a un terremoto o la evacuación de un hospital. Es como el juego de estrategia SimCity, pero para ciudades reales. De hecho, ahora Simudyne capta gran parte de sus talentos del mundo de los videojuegos.

Otro uso importante de estas visualizaciones se puede ver en el trabajo de ScanLAB Projects, que utiliza la cartografía Lidar y un radar de penetración terrestre para hacer visualizaciones en 3D de lugares reales.




En el caso de las simulaciones de Simudyne, las visualizaciones permiten convertir en juego los algoritmos y datos subyacentes, de manera que cualquiera puede jugar con las condiciones iniciales y ver qué consecuencias tienen. Algunos pueden insistir en que el libre albedrío hace que nuestras acciones en la ciudad sean impredecibles. En realidad, a nivel individual es así, pero colectivamente no. Suponiendo que hay 30 millones de personas en una ciudad: podemos hacer una simulación de los 30 millones de personas que imite muy de cerca la ciudad, aunque no sea una réplica exacta. Luego, se pueden probar distintas situaciones: introducir una tormenta de nieve, cerrar un par de líneas de tren, introducir un atentado terrorista, un terremoto, etc.; y obtener así una imagen muy precisa de cómo responderá la gente, en masa, a estos escenarios.

El problema surge si algún organismo malintencionado se interesa por personas determinadas. A medida que los ciudadanos se aproximan a un futuro en el que caminarán por una ciudad abarrotada de sensores, cámaras y aviones no tripulados que monitorizarán cada uno de sus movimientos, llegará un momento en el que los debates sobre la vigilancia y la privacidad superarán con creces todas las afirmaciones anteriores sobre Facebook e incluso, tal vez, sobre el escaneo que realizan las agencias de inteligencia del gobierno de nuestro correo electrónico. No poder escapar del spam publicitario donde quiera que vayamos, como en Minority Report, sería sólo la molestia potencial más evidente. La ciudad inteligente podría ser un lugar en el que nunca podríamos desaparecer.

Está demostrado que, si se despliegan los sensores adecuados por toda la ciudad, es posible realizar un seguimiento de cualquiera que tenga un teléfono móvil inteligente. Y no hay nada que impida la visualización de ese movimiento en un entorno similar a SimCity, como en Watch Dogs, donde vemos un avatar en movimiento a través de la ciudad y podemos acceder a su perfil en las redes sociales. Si tratamos de averiguar los movimientos de alguien buscando en un gran conjunto de datos, es muy difícil sacar algo en claro, pero en cuanto utilizamos una visualización similar a la de un videojuego, es muy fácil ver dónde vive, dónde trabaja, dónde va con frecuencia a tomar algo...".




Actualmente, una realidad virtual urbana puntera, como la recreación de Chicago en el juego Watch Dogs, requiere un presupuesto de millones de dólares, pero se prevé que en diez años sea muy barato.


Las iniciativas de datos abiertos: Bristol y Manchester



Esto podría ser un problema en las iniciativas de datos abiertos, como las que hay actualmente en marcha en Bristol y Manchester, en las que se ponen a disposición del público los datos almacenados sobre el aparcamiento, la contratación y la planificación en la ciudad, o los baños públicos y el servicio de bomberos. La motivación democrática de esta idea de ciudad inteligente parece irrecusable: la creación de bases de datos municipales se financia con los impuestos de los ciudadanos, por lo que éstos deben tener el derecho de utilizarlos.

Pero, ¿en qué medida son seguros los datos abiertos? Ya se ha demostrado, por ejemplo, que los datos accesibles abiertamente del esquema de alquiler de bicicletas de Londres se pueden utilizar para hacer un seguimiento de cada ciclista individual. "Existe la posibilidad de verlo todo como en Gran Hermano", dice Mike Rawlinson, de la consultoría City ID. "Si se liberan los datos y la gente los reutiliza, ¿con qué propósito y autoría lo harán?"

A veces, hay una buena razón para rastrear individuos particulares. El modelo de evacuación  de hospitales de Simudyne, por ejemplo, tiene que estar elaborado con datos reales. "Esa gente que vemos [en pantalla], son personas reales, que están vinculadas a la base de datos de pacientes", explica Justin Lyon, CEO de Simudyne, porque es necesario poder hacer un seguimiento de cada uno de ellos. Sin embargo, hacer un seguimiento de todo el mundo es un asunto diferente. Podría hacer que mucha gente quisiera, literalmente, mantenerse al margen de la red 

Diferentes visiones de ciudad inteligente vs. diferentes visiones de sociedad


¿Y si pudiéramos viajar por una simulación de la ciudad visualmente convincente con el dispositivo de realidad virtual Oculus Rift? Cuando estas simulaciones resulten indistinguibles de la realidad, algunas personas podrían preferir pasar sus días en ellas. La ciudad más inteligente del futuro podría existir sólo en nuestras cabezas, mientras pasamos todo nuestro tiempo conectados a una realidad metropolitana virtual que es mucho mejor que cualquier ciudad construida físicamente, sin darnos cuenta de que el mundo que nos rodea se desmorona.

En realidad, las diferentes visiones de ciudad inteligente son equivalentes a las diferentes visiones de sociedad y, en particular, tienen que ver con quién tiene el poder en la sociedad.

"Al final, la ciudad inteligente destruirá la democracia", advierte Hollis.

A veces, vemos en los profetas de la ciudad inteligente la suposición de que la política, tal como la conocemos, llegará pronto a su fin. Un orador entusiasta, en la Future Cities Summit llegó a decir, encogiéndose de hombros: "Internet lo absorbe todo y acabará por absorber al gobierno".

Sin embargo, lo único cierto sobre cualquier software es que acaba fallando. Si la ciudad en su totalidad tiene un "sistema operativo", ¿qué sucede cuando falla? Podemos estar seguros de que habrá accidentes: los coches sin conductor chocarán; los fallos informáticos harán que se paralicen subsistemas de transporte completos o la red eléctrica; los aviones no tripulados podrían chocar con los aviones de pasajeros, etc. ¿Parecerán inteligentes entonces los arquitectos de la ciudad inteligente?


La solución más inteligente no siempre está en la tecnología


En la cumbre se presentó un nuevo tipo de "pintura autocatalítica" para el mobiliario urbano que elimina contaminantes nocivos, como el óxido nitroso. Sin embargo, los gobiernos nacionales y locales responsables de este problema ya tienen el poder de sancionarlo y regularlo. Si quisieran, podrían evitar el problema de raíz. Reemplazar eso por una pintura inteligente no es la solución más inteligente.

Del mismo modo, el mejor proyecto de ciudad inteligente podría no necesitar depender exclusivamente -o incluso en absoluto- de sensores y ordenadores. En Future Cities, Julia Alexander, de Siemens, nombró la ciudad Medellín, en Colombia, como una de las ciudades "más inteligentes" del mundo. Hace años, se producían en la ciudad innumerables asesinatos de bandas, pero sus problemáticas favelas se reintegraron en la ciudad, no con smartphones, sino con instalaciones deportivas financiadas con fondos públicos y un teleférico que las conecta con la ciudad. Ahora, se cita con frecuencia a Medellín como ejemplo de "urbanismo social" y, el año pasado, fue nombrada ciudad más innovadora del mundo por el Urban Land Institute.




Jonathan Rez, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, un observador escéptico de muchas de las presentaciones realizadas en la "Future Cities Summit", sugiere que una forma más inteligente de construir ciudades "podría ser incluir psicólogos y etnógrafos en el equipo de arquitectos y planificadores urbanos". Eso permitiría, sin duda, adquirir una mejor comprensión de lo que los técnicos denominan el "usuario final"; en este caso, el ciudadano. Después de todo, como dijo Shakespeare: "¿Qué es una ciudad sino su gente?"

En definitiva una visión que supone una visión "a la defensiva" y catastrofista. Incapaz de plantear las ventajas que la tecnología puede aportar a la habitabilidad de unas ciudades que en muchos casos se sumen en graves problemas de contaminación, atascos, inseguridad e ineficiencia de los servicios, así como otros muchos problemas tópicos. En todo caso, el debate está servido.

Artículo original en The Guardian: The truth about smart cities: ‘In the end, they will destroy democracy' http://www.theguardian.com/cities/2014/dec/17/truth-smart-city-destroy-democracy-urban-thinkers-buzzphrase?CMP=share_btn_tw


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